Hace varios meses descubrí a un interesante colectivo que se dedica a reciclar alimentos en el Mercado de la Abaceria (Barcelona) para después cocinarlos y repartirlos por el centro de la ciudad a personas sin hogar. Se trata de una iniciativa que tiene lugar cada sábado y que reúne a voluntarios de todas las edades y procedencias.
La historia de cómo llegué a conocer la Olla Móvil es un claro ejemplo de sincronicidad. Mientras estaba tomándome una cerveza y leyendo un libro tranquilamente en un bar del barrio, se me acercó una mujer que me ofrecía una lectura del tarot. Yo rehusé su ofrecimiento, pero ella insistió. Ante una nueva negativa por mi parte, me regaló una tirada. La carta que escogí indicaba que experimentaría un ascenso profesional acompañado de un aumento de mis ingresos. La mujer, al ver mi cara de decepción, me preguntó por qué no me ilusionaba este buen augurio. Entablamos una breve conversación en la que le comenté que eso no era lo que andaba buscando, por aquel entonces sentía (y sigo sintiendo) que lo que de verdad quería hacer era ayudar a los demás y que estaba esperando a que se presentase la ocasión. Así es como me habló de la Olla Móvil, donde ella había colaborado activamente hacía un tiempo. Cuando me puse en contacto con este colectivo, absolutamente nadie conocía a esta mujer.
Me he encontrado con gente que opina que lo que hacemos en la Olla Móvil no hace más que perpetuar la dependencia que tienen los sintecho hacia las iniciativas y colectivos que les prestan ayuda. En respuesta a su afirmación, suelo decirles que con nuestra ayuda no pretendemos en absoluto arreglar sus vidas, sino que se trata de un gesto de amor por nuestra parte en forma de comida. Es como si fuese una caricia, para recordarles que no todo es indiferencia.
Si alguno de vosotros está interesado en colaborar, sóis bienvenidos, ¡necesitamos más manos!
Enviad un mail a la ollamovil@yahoo.es
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